El
frio nos ha dado una tregua y febrero se estrena con unos días
soleados y cálidos. De perlas nos ha venido la climatología para
llevar a cabo nuestra segunda salida cultural. Esta vez, acompañados
por José Enrique Puchol Aragonés, técnico municipal de turismo con
el que hemos recorrido el “Poble de Dalt”, visitando lugares
emblemáticos de nuestra localidad.
El
punto de encuentro de alumnos y mayores ha sido la plaza del Ángel,
lugar en el cual, hasta los años 30, tenía lugar el mercado del
viernes. La casa de los Segarra, la fuente central de 1897 protegida
por el símbolo del león, o los arcos que nos invitan a bajar por
la famosa “balitadera del retor”, acompañan al importante
edificio que destaca en ella, la iglesia del Santo Ángel Custodio,
templo de los siglos XVII y XVIII del cual destacan los frescos y
pinturas que adornan su interior, concretamente las de José Vergara
y el famoso “Cel” de la bóveda".
Tras
la visitar al templo, hemos continuado por la plaza Silvestre
Segarra, también conocida como de la Torre. El agua de la Font de
Sant Josep llegaba hasta el aljibe de su interior, lo cual permitía
suministrar agua a la zona. Según nos ha dicho José Enrique, la
tradición popular cuenta que este agua “milagrosa” fue la
encargada de curar a más de una persona, como es el caso del ilustre
Antonio Palomero. Aunque este hecho se queda en leyenda, ya que no
coinciden las fechas en las que este anduvo por nuestras tierras.
¿Es
o no es la torre que aparece en nuestro escudo? Dejamos la cuestión
en el aire y abandonamos la plaza para llegar hasta la calle de la
Salut, contemplando la que seguramente es la zona más antigua de la
ciudad, con edificaciones que se adaptan a la orografía de la zona.
Siguiendo
por la Calle Cova Santa (el Pla, para los valleros y valleras). nos
hemos detenido en lo que fue una parte de la historia de la fábrica
Segarra, “Guantería”, conocida por muchos de los mayores que hoy
nos acompañaban por haber trabajado allí en su juventud.
Siempre acompañados por Protección Civil de la Vall, hemos finalizado el trayecto en la “baixadeta del retor”, siguiendo la senda del agua y la acequia subterránea que, desde tiempos antiguos, fue la conductora de vida hacia la villas romanas, luego alquerías musulmanas y finalmente, con la unión del “Poble de Baix” y el “Poble de Dalt”, a la Vall d'Uixó moderna.
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